domingo, 28 de marzo de 2010

"El Gigante Ebrio" de Raúl Maximiliano Romero



Primer libro de este joven autor, oriundo de la ciudad capital de la provincia de Corrientes, que decidió editar en la ciudad de Bella Vista, distante a 140 km al sur de la capital provincial.
Es un libro de poemas, que surgieron a raiz de la muerte de su padre, y que pasa a ser un homenaje.
Tiene prólogo de Avelino Nuñez y nota de contratapa de Gabriel Romero.


EL TINTERO DELIRANTE


Caen las lágrimas tan temidas
tan temidas fueron las lágrimas que caen.

Y durmió el tintero delirante
en espera de la pluma quejumbrosa.
Pero los dedos habían callado.
Olvidados quedaron los versos
y las palabras abandonadas
tristemente en un cajón.

Llorando están los muros de mi cuarto
porque ya no oyen más poesía.
¿Dónde quedaron aquellos sueños?
Cayeron fulminados por tu mirada.

Nunca más jugará el horizonte a ser violeta
ni los ríos volverán a enredarse en tus trenzas.
Archivados quedaron los acolchonados días
y vuelan de fiebre aquellos peces de sangre fría.



EL GIGANTE EBRIO


(…) te escribo muñeca desarticulada,
desde aquí
del lado oscuro del sol
donde no penetra la razón
y no florecen las campanas.

Hay días en que no aguanto
este rechinar asesino de las ideas
del discurso inerte y cansador
de aquel gigante ebrio que me dio la vida.
Hastío en las venas por esos pollos con hipo.
Las hormigas de la duda
carcomen las entrañas de mis tribulaciones.
Mi único descanso, ocultarme en el viento.

No tengo ganas de oír los lamentos del tiempo,
ya es suficiente con escuchar los míos.
Y pensar que fuimos
ese loco trabalenguas mental
escuchado sólo por los oídos
de aquellos afiebrados peces de sangre fría,
cuando nuestros cuerpos desconsolados
durmieron flameando en la bruma
y las angustias galopantes
de tus enfrascados sortilegios
desalinearon la cosmografía de los planetas (…)



QUIERO


¡Quiero tenerte locamente!
¡Quiero que me pidas que te tenga!
¡Quiero que seas salvaje y loca!
Y luego no, y luego sí.
¡Quiero que me pidas que llegue allí!
Y luego no, y luego sí.
Para que desees tanto que vaya a ti
que yo no iré.
Así sentirás lo que yo siento
y luego no, ¡y luego sí!
Y cuando llegues al punto en que dudes de que sí
y ruegues que mis ganas te desgarren.
Entonces, ¡entonces sí!
y luego… luego no.
Tanto en el cielo como en el suelo.
Te juro que no, y ¡te juro que sí!



CABALLERO DE LATÓN


Ya murió la carta no escrita,
caído está el muro doliente,
un caballero apuñalado
por su propia espada
encuentra la terrible dicha
en las enarboladas risas
de los indolentes vástagos
nacidos de sus propias entrañas.

Llantos decadentes
mueren en un suspiro,
una perla olvidada en el recuerdo,
sangran estos muros,
el fuego se evapora
por el poder de una lágrima.

Se oye un dulce réquiem
por la caída de un gigante
anunciando el final
y su triste sombra
llora sobre el nombre
grabado en mármol.



ORACIÓN DE UNA SOMBRA


Cuando la esperanza tambalea
herida de muerte
y los sueños y los deseos
se devoran la realidad.
La sombra de un jinete
montado sobre la soledad
llora sin lágrimas
la muerte de un gigante
atormentando a las pesadillas de mis huesos.

Y en la cornisa de sus párpados
se ve endurecerse el muro doliente.

El caballero de latón
reposa ante su última batalla,
la que no podrá ganar
y yo,
la triste sombra, impotente
ante la metástasis de dolor,
inútil, indefenso, incrédulo
pido al Señor de todas las cosas
una última oportunidad
un milagro azul, una ilusión rojiza,
una luz en la tormenta,
el poder que no tengo
y la fe que he perdido.

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